AGOSTO
La obra teatral Agosto que se expone en el teatro Valle Inclán estos días, gira en torno a la vida de una familia de la América profunda y sus conflictos individuales y colectivos.
El autor maquilla al inicio de la representación un contexto familiar, que se despedaza poco a poco en el transcurso de la acción teatral.
Gerardo Vera es el director de esta larga obra ( dura casi 4 horas ) que consigue mantener a los espectadores sentados de una forma extremadamente receptiva y hasta implicados, con las diversas temáticas, que se dejan ver tanto en los monólogos, como en los diálogos o debates de los personajes.
Su visión del mundo es crítica con los convencionalismos del sistema social establecido pero tomado desde un humor negro, lo cual desconcierta al espectador. Este hecho está muy bien entendido por el director, pues la obra original de Tracy Letts se dirigía a tal fin.
En cuanto a los personajes, decir que la interpretación de los dos papeles principales ( Amparo Baró y Carmen Machi) hacen que se valore lo que significa el teatro como medio de comunicación primero y como medio de representación artística después.
Impresiona el talento en general de todos los actores, que hacen fácil el desarrollo de las diversas escenas, aunque éstas en ocasiones sean “catárquicas”.
El escenario es sumamente realista pues el decorado, el juego de iluminación y demás efectos visuales reflejan el contexto de una casa cualquiera de una familia de clase media alta ( más americana que occidental ) de nuestra época.
La música de Eric Clapton como hilo conductor, principio y fin de la vida de la terrible matriarca Violet Weston ( Amparo Baró) ameniza y suaviza el temor existencial de los sufridos miembros de la familia Weston.
Esto mismo ocurre con las imágenes expuestas en la gran pantalla digital, que a modo de telón, también es empleada para distensar o emocionar el clima propuesto en la representación.
Creo que es una obra para un público adulto con cierto bagaje vital, pues hay temas que pueden herir la sensibilidad y desesperanzar, si no se tiene una visión global.
La puesta en escena, los saltos de los personajes desde el patio de butacas hasta el escenario, la complicidad buscada y lograda con el espectador, etc. son dignos de alabanza.
En definitiva, merece la pena asistir a tanto derroche de arte, pero sólo hay dos datos ( a nivel argumentativo) que se podrían mejorar: el no concretar el móvil de la acción en el dinero ( no diré quién para no adelantar argumento) y dar más importancia a la lucidez y lucha de otro de los personajes.